Solo disfruta.

lunes, 28 de enero de 2013

"Patas arriba"


El mundo patas arriba, el sol se escondía entre las montañas, y a la luna no le daba la gana de salir. Las arañas tejían bufandas y las telarañas se desgastaban. Las hormigas descansaban y los peces dejaban de nadar para sacar a relucir sus escamas.

Un arco iris continuo la abrazaba con su color.

El cerrojo de sus lágrimas se abría y se cerraban sus oídos, ya no había sonido audible. Buscaba la luna para sentirse más fuerte y en ese instante se apagaba su aura.

Se arrepentía de cada una de las huellas plasmadas en el barro, pues por alguna extraña razón, no las sentía suyas, les faltaban algo.

Distraída caminaba buscando su contorno, su espalda acariciable, sus labios comestibles, sus suaves manos, su marcado torso, sus brillantes ojos, sus largas pestañas, su latente corazón

Fue entonces cuando despertó y se enamoró del recuerdo de ese mundo, que sin él, había perdido la cordura.




Sandra

jueves, 17 de enero de 2013

Superación.


¿Sabéis? He llorado muchas veces, de hecho soy una “choromicas” que llora con el final de una simple película romántica, que se emociona cuando alguien habla desde lo más profundo de su corazón.Pero os prometo que nunca había llorado con ese dolor.
Recuerdo esos momentos como si hubieran sido ayer mismo.
Recuerdo aquel dolor. Ese dolor como el mismísimo aire que entraba por mi boca. Ese que bajaba por mi garganta desgarrándola poco a poco, tal y como hacen los leones con sus presas. Llegaba a mis pulmones, los cuales invadía hasta dejarlos destrozados. Inundaba cada parte de mi ser, desgarrándolo todo, sin pararse a pensar, sin pedir permiso. Y por supuesto, doble ataque al corazón, bajando poco a poco el volumen de mis latidos, cada vez más bajo, y más, y más… hasta hacerlo incluso desaparecer.

Recuerdo su sonrisa entre lágrimas, su: “no te preocupes, estoy bien”. Recuerdo todas y cada una de las palabras de la historia que me contaba. Recuerdo cada uno de sus suspiros, esos suspiros de “por favor, que esto se acabe ya”. Recuerdo el abrazo que le di, lo único bonito de ese día, junto con su sonrisa, esa que en escasas ocasiones pude ver. Recuerdo no ser capaz de asimilarlo y no reaccionar. Recuerdo la noche en mi habitación oscura. Recuerdo esa noche, esa noche que todavía le debo a mi almohada, por haber estado conmigo.

Hoy, ya pasada la tormenta, lo único que puedo decir es que:

la unión hace la fuerza y sé que a su lado soy mucho más fuerte”






Sandra.


lunes, 14 de enero de 2013

Venga sonríe, es fácil.

Nos pasamos la vida esperando a que alguien entre en nuestra vida o preocupándonos porque alguien salga de ella. ¿Y si dejamos eso a un lado y disfrutamos de lo que ya tenemos?
¿Quien no se ha dado cuenta de cuanto quiere a una persona justo cuando se aleja o desaparece? Por eso hay que darlo todo día a día, como si fuera el último.
Porque todo es efímero, está amenazado por una próxima desaparición que no se sabe cuando puede llegar, quizá cuando te des cuenta sea demasiado tarde. 
Diréis que soy demasiado positiva, o que solo lo soy para escribirlo aquí y que quede bonito. Pero es que si no pienso así, si no soy positiva, ¿que sentido tiene todo esto?.
Sé que a veces todo se desmorona y no tenemos ganas de seguir, pero también sé que siempre hay algo o alguien, sobre todo alguien, que te hace resurgir de ese pozo en el que te habías metido.
Hoy me apetece luchar, me apetece decir que tengo lo que tengo, porque me lo he ganado y que lo que he perdido, lo he perdido porque tenía que ser asi. Me apetece sonreír y contagiar mi sonrisa. Me apetece hacer tonterias y que me digan: "eres una payasa...". Me apetece ser feliz.
Porque... ¿que queréis que os diga?, para vivir sin ilusión, prefiero no hacerlo.


Espero que os haya gustado el vídeo, quería demostrar que una simple tarde haciendo el tonto con ellas, puede ser una de las mejores cosas.
Ellas ya saben que las quiero, pero nunca está de más repetirlo: "os quiero preciosas" 
Una vez más, gracias por leerme (L)

Sandra

domingo, 6 de enero de 2013

Piénsalo.


Vamos tachando día a día los números en el calendario, vamos cambiando de altura, de físico, de talla, de lugar, y sobre todo, vamos cambiando nosotros mismos, nuestra forma de ser y de pensar a medida que crecemos.
En los 18 años que llevo aquí, se me ha ido demostrando lo que es el egoísmo, y últimamente me ha dado mucho que pensar.

En la Real academia española lo definen tal que así: "Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás."

Desde pequeños alimentamos a nuestro ego como si de un perro se tratara. Como todo, empieza siendo pequeño, insignificante, pero a medida que le damos de comer, crece.
Crece hasta tal punto que no podemos con él, y por miedo, no podemos parar de alimentarlo.
Es como un pozo sin fondo, nunca se sacia, nunca se siente satisfecho.
Y es entonces cuando te das cuenta de que te sientes solo. Que has conseguido todos tus propósitos, pero no te saben a nada, porque tu egoísmo no te ha dejado a nadie con quien compartirlos

Necesariamente en nuestra vida, debemos preocuparnos por nosotros mismos, porque de no hacerlo, corremos el riesgo de que nadie lo haga. De todas formas, yo personalmente me siento mejor cuidando a las personas importantes para mi y descuidándome un poquito a mi misma. Porque su felicidad, al fin y al cabo, es mi propia felicidad.


Os dejo la foto de mi peque, porque sé que es al que más tengo que cuidar :) 
SANDRA